"Hay poemas que sirven como contactos de emergencia", dijo sin mucha fanfarria mi profesor de poesía. Lo dijo como si estuviera hablando de la lista del mercado, de las cosas por hacer en un jueves de tarde, de los hallazgos tranquilos de una investigación de vida. Yo, en cambio, copié sus palabras en la libreta como si mi vida dependiera de ello. Así como esta frase, el profesor nos ha regalado un sinnúmero de saberes que aprecio como abrazos.
Hay veces en que considero que esto de escribir es una locura igual que la lectura. Para muestra un botón: llegar a mi microscópico apartamento y ver que los libros habitan en un 60% de su superficie. Para muestra adicional: el comentario de mi madre al visitarme el viernes luego de varios meses imposibilitada en hacerlo: "¿pero por qué hay libros en todas partes?". Fui feliz muy adentro.
Así como los libros se han regado por mi apartamento, confieso que los diarios y libretas y pads amarillos también aunque sólo diría que cubren un 08% de ese 60% de los libros de los que hablo. En todo caso, cada uno de ellos ha sido un cotacto de emergencia alguna vez. Lo acepto sin ambages: la escritura y la lectura invaden mi vida y yo las recibo sin lucha. Por eso sentí tanta conmoción al enterarme que rhizo mag seleccionó uno de mis poemas para que formara parte de su issue inaugural. ¡Mira hasta dónde me ha llevado la locura! ¡A respirar diferente! ¡A coincidir con almas bonitas que llenan de espacios seguros al mundo!
Por si te interesa, acá te comparto el enlace al poema y a varias preguntas con las que tuve el gusto de encontrarme por un tiempo.
Poema: De acuerdo a la National Geographic