Bienvenue✸Comencemos por hablar de la verdad. No sé hablar francés. Ojalá un día de estos me dé con abandonar hábitos que no conducen a nada (sé que sabes de los que hablo ). Ojalá, entonces, liberar al tiempo para apapacharme con el idioma de la Avenida de los Campos Elíseos. Mientras tanto, trabajaré en esta boletina ocasional y amable. Quizá escribirla con propósito me permita clarificar los hábitos marinos que sí conducen a buenos lugares, dejando de lado aquellos relacionados a la procrastinación (perdona los rodeos).
Esta es la cosa de la cosa: comencé a escribir desenfrenadamente desde que tenía aproximadamente diez años de edad. Hace poco reflexioné acerca de los orígenes de ese desenfreno. Me sorprendió reconocer que no tengo certeza del inicio concreto de mi amor por el conjuro de atar palabras, comas y puntos. ¿No te pasa algo similar cuando te da con pensar en los orígenes de tus pasiones? En mi caso, no recuerdo mi primer escrito o dónde estaba al escribirlo o qué me hizo detenerme y tratar de encapsular una idea, un día, una memoria. Sí sé que mi hermosa madre, desde siempre, me regaló cuadernos, diarios, libretas; a veces eran de colores brillantes, otras eran sus superficies más escuetas, pero suficientes. Pero no, del origen concreto de este enamoramiento no sé nada... lo cual me lleva a pensar en una idea muy bella que leí de Javier Mardel en sus Apuntes sobre escritura:
Al escribirte hoy sobre todo esto, voy añadiendo, al fin, unos merecidos puntos suspensivos luego de ideas sueltas de las que me he agarrado desde aquellos tiempos intactos, como queriendo solidificar mi voz, unirlo todo, unirme en todo, como queriendo dejar de sostener la red de ideas y, en su lugar, adentrarme en ella. Y, ¿cuál es la intención al escribirte? Te escribo porque quiero invitarte a que te aproximes a tu propia red, a tu propia voz (sea que te consideres una persona creativa o no).
Así que por acá voy, divisando las ramas creativas que se extienden hasta este aquí-y-ahora, sintiendo unas ganas tremendas de compartirte que, aunque el mundo esté lleno de fuegos, el mundo tiene sus florecidas enredaderas de verdades... el mundo tiene sus pacientes estrellas de mar aguardando en botellas que una marinera lanzó al Adriático alguna vez.
Antes de firmar mi salida, he de decir, es aterrador escribir de una forma tan privada. No es lo mismo publicar en plataformas sociales públicas que en este espacio tan cercano y enfocado desde el que deseo construir un océano. Con todo, ¡qué lindo que hayas decidido posar tus ojos por aquí!
Prometo ser intencional y siempre curiosa, ¡a ver a dónde llega este apotecario de palabras!
Yésica Isabel✸
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